Saturday, February 17, 2007

Caminata Ares -Baridà. Siguiendo los pasos de San Josemaría Escrivá.

Caminata Ares -Baridà. Siguiendo los pasos de San Josemaría Escrivá.

Siguiendo el camino de San Josemaría
Caminata Ares – Baridà.

Día 10.02.07.

Era el día 10 de febrero, a las 10 de la mañana nos encontramos en Organyà para hacer la travesía desde Cabó en Noves de Segre, pasando por Ares y Baridá. En total seríamos 17 personas: 5 de Lleida (Paco Penella, Rafa Dionis, Mn. Carlos Palos, Alfons Solans y Toni Cucurull); 4 de Barcelona (Jordi Pérez, Ignasi Forcada, Francesc Beato y Jordi Piferrer); y 8 de la zona de Organyà y Coll de Nargó. De Organyà vino Amadeu Rocamora, su esposa Elena Martí y su hijo Josep; también Melcior Besora y Joan Espuga, que son los yernos de Joan Anillo, de Cal Duric de Ares. De Coll de Nargó vinieron en Pere Ramoneda, de Cal Guillot; y Antoni Prat, veterinario de Barcelona y Oliana, con su esposa Lourdes, que como otras veces vienen acompañados de cuatro perros.



2. Hicimos dos grupos: 12 personas subieron a pie desde el río de Cabó y las otras llegaron a Ares en 3 coches todo terreno a través de la pista que arranca del Km. 165,7 de la carretera C-14 de Oliana a la Seu de Urgell. Este segundo grupo llevaban la carne por hacer a la brasa, que habían comprado en Organyà, en la carnicería de Lluís Nadal, que nació en una de las cuatro casas de Ares (Cal Nadal). Las otras casas del pueblo son: Cal Fiter, que más tarde vivió como masovero en Paco Bullich; Cal Duric, de donde era Joan Anillo muerto el pasado 27 de diciembre en Andorra y por el que celebramos la Misa de este sábado día 10; la mencionada casa de Cal Nadal y Cal Rei. Además hay la rectoría y la Iglesia.

3. Actualmente la única edificación que está en buen estado es la iglesia, gracias a que hace unos años Joan Anillo hizo el tejado nuevo. La casa de Cal Fiter está bastante conservada y un corral de Cal Fiter también se va aguantando. Todas los otras cases están totalmente derruidas. El pueblo es propiedad, indivisa y en partes iguales, de dos familias: Cal Nadal y Cal Duric. Des del punto de vista histórico seguramente, a la fundación le convendrá más recuperar el corral, que es donde, con bastante seguridad, descansó la expedición de san Josemaría la noche del 29 al 30 de noviembre. La casa es muy grande y sólida con magníficas vistes al valle de Cabó, pero su restauración sería muy cara.

4. A la 1,30 del mediodía empezó la celebración de la Santa Misa en memoria de Joan Anillo. Hacía más de 50 años que no se celebraba Misa en esta Iglesia, por lo cual este acto de culto fue especialmente emotivo. Como comentaba en Francesc Beato, el hecho de celebrar la misa en este lugar abandonado tuvo, aparte de su importancia religiosa, un gran valor cultural, por el hecho de conectar con las tradiciones y formas de vivir de nuestros antepasados, de forma que pudimos establecer un puente de conexión muy importante entre generaciones, superando de este modo el mal entendido modernismo que arramba y deja en ruina tantas y tantas coses que con tanto esfuerzo edificaron nuestros abuelos.

Antes de la Misa, los que habían subido con los coches todo terreno es dedicaron a limpiar el interior de la Iglesia, puesto que había más de 20 cm. de porquería, fue una labor ardua, pero finalmente quedó bastante digna. Se propone montar unos campos de trabajo para acabar de dejarlo en perfectas condiciones de culto.

5. Acabada la Misa, hicimos una buena parrillada “costellada”.

Hacia las 15,30, unos a pie y otras con los coches todo terreno, volvimos cada cual a su casa. La bajada a pie se hizo siguiendo las marcas azules y amarillas del Camino de Andorra, que va siguiendo las huellas de la expedición del año 1937 y de tantas otras que se movieron por estas comarcas. Debemos tener en cuenta que esta zona de Ares y Baridà fue un núcleo muy importante de concentración de expediciones a Andorra durante la guerra civil española. El mismo amo de Baridà, Francesc Bentanachs junto con su hijo Jesús, organizaba muchas de estas expediciones.

Primeramente pasamos por la Borda de Conorbau, también llamada Bordeta espallada de Baridà, lugar donde durmió la expedición del noviembre de 1937. Aquí se leyeron algunos fragmentos de los diarios de aquella expedición que corroboren que estamos siguiendo el mismo camino que hicieron ellos.

A continuación, tras pasar por el delante de la Borda de Baridà, llegamos a la casa de Baridà. Acto seguido bajando por el torrente de Baridà ensartamos el camino en Noves de Segre, llegando hacia las 18,40 horas al cruce con el camino de Cal Pallarès, donde nos esperaba un coche.

6. En total anduvimos 6 horas: tres de subida hasta Ares y tres de bajada a Noves de Segre.

Hizo un día espléndido que nos permitió revivir de nuevo las experiencias de la expedición de San Josemaría y conectar con la cultura y formes de vivir de nuestros antepasados. Pienso que es importante resaltar el buen nombre de persones de la zona que es van sumando a estas andadas. Esta vez asistieron 8 persones de la zona.

Jesús Domingo

Anecdotario. Último tramo del paso de San Josemaría de los Pirineos hacia Andorra.


«–Tomás, no hagas caso. Tú seguirás con nosotros como los demás, hasta el final.


«Aquello era sólo explicable por la fe y la fortaleza del Padre, porque Tomás no se sentía con fuerzas para nada. Sin embargo, arrastrándole casi, cruzamos el Tosal del Fach y bajamos por un bosque de pinos en la cara norte de la montaña.


«A poco de comenzar la bajada, perdí pie, y me caí rodando, en medio de la consternación general. Todos pararon en seco, mirando hacia el precipicio en silencio, porque no podían gritar. Afortunadamente pude trepar hasta arriba por mi propio pie.


«El guía iba muy nervioso porque temía que amaneciera antes de llegar al Corral de Fenollet, donde nos refugiamos. Cruzamos luego la montaña de Santa Fe y la montaña de Ares, en unas jornadas agotadoras en las que tuvimos que andar durante muchas horas a lo largo del río Arabell, con mucho frío, con la ropa cada vez más mojada y sin descalzarnos.


«En la última noche el agotamiento era cada vez mayor. Estábamos muertos de sueño y temblando de frío; y los guías nos llevaban de noche por lugares que, según decían, muchos no se atreverían a pasar de día. Los milicianos estaban cada vez más cerca, y los guías desaparecían a veces sin previo aviso y volvían al cabo del rato, comentando cosas en voz baja. No entendíamos lo que pasaba...".


La última jornada de aquella travesía fue especialmente dura: divisaron al fondo, en una hondonada, una caseta de carabineros; y al otro lado, una hoguera. Debían pasar entre la caseta y la hoguera, sin que los vieran, entre el ladrido de los perros que parecían haber advertido su presencia.


Cruzaron en silencio, con el alma en vilo, sin que pasara nada. Luego, atravesaron un bosque, hasta que uno de los guías dijo:


–Ja son a Andorra. Tenen que esperar aquí fins que es faci de dia per no extraviar–se; pone fer–foc.


¡Ya estaban en Andorra! Era el 2 de diciembre de 1937. Hubo una explosión general de alegría. Don Josemaría comenzó a rezar la Salve:


–Salve Regina, Mater misericordiae...

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