Eso dura hasta que un día el arroyo se enfade y diga que no cabe por esas angosturas. Es, de siempre, la guerra del hombre con el agua: "domeñarla" y la victoria siempre del agua: "yo estaba antes y por aquí paso"... es cuestión de tiempo.
Mientras tanto parece que somos los humanos los que ganamos.
Río Lechugo en Hornos de Moncalvillo.
Otras veces nos confundimos y convertimos el río en Canal, y ese río no es, de verdad, un pequeño río, que es uno de los cuatro (arba) que hacen el Arba.
En este caso el Arba de Riguel tuvo la mala pata de toparse con una época en la que los ríos se denominaron "desagües" de los sistemas regables y, desde cierto momento, se hizo un encauzamiento... fuera de nucleo urbano, que lo transformó en Canal. El "canal del Riguel"... si bien es el cauce de un río.
Lo normal... las cañas y los carrizos, quizá en demasía por el exceso de nutrientes de los retornos de riego. Lo que ya no hace nadie... el tramo que muestro en la última foto.
Arba de Riguel en Sádaba
Y esos pequeños ríos, que no merecen nombre para la memoria, salvo de los pueblos que saben su historia, muchas veces sobreviven porque los grandes sistemas de riego los necesitan para arrojar sus sobrantes y retornos.
Aquí la Clamor se convierte en desagüe... pero su nombre "clamor" habla de episodios de ruido y de más agua. Y, paradoja, en realidad, nunca tuvo tanta agua hasta que cumple la doble función de barranco y desagüe de sobrantes.
Y con el agua... las cañas y carrizos, las ánades y demás aves acuáticas. Hay algo bueno en el cambio, como lo mostró la visita en la que sobrevolaban sin miedo rapaces, cigüeñas, patos y otras aves.
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