No hay mejor fiesta que la fiesta que se celebra en familia, ni mejor motivo para celebrarla que "estar en familia". Este sábado, cercano a San José, tuve la suerte de estar en Madrid y poder hacer una excursión familiar con hermanos, cuñados y sobrinos. Un homenaje a los Josés de mi casa al que acompañó un tiempo primaveral y sin agobios.
Como toda excursión familiar hay que asumir que se requiere un tiempo para desperezar a los niños, organizar la intendencia y comenzar de hecho la excursión: desayunos, deberes, ropa adecuada, mochilas, bocadillos, cámaras de foto, prismáticos, palos y gorras, además de la ropa de recambio por si acaso.
Habíamos quedado a las 12:30 en la Silla de Felipe Segundo (El Escorial) y debimos de cometer todos las mismas torpezas porque nosotros que tuvimos que recular en un desvió llegamos al tiempo que los demás. Puntualísimos todos con cinco minutos de retraso.
Ahí se puso enseguida el equipo en marcha según la altura sobre el suelo de las gorras que, parecía requisito imprescindible para ser excursionista. Los peques todos con su palo adecuado al tamaño, algunos "más pijos" con palos extensibles, los demás con vara de avellano,
Los grupos pronto se diferenciaron en la primera fase de la caminata, como Miguel y "hermanos" ya lo habían paseado eran los guías de sus primos y raudos comenzaron la subida, seguidos por uno de los peques que estaba empeñado en vivir en el mundo de los mayores, lo que obligó que uno de nosotros se agregara discretamente al grupo para estar pendiente de ese gran montañero en ciernes.
Primer y breve respiro en una pradera a mitad de camino para el collado. Podría ser llamada la pradera de las nueces porque ahí Chemi fue repartiendo "gasolina" para que durase la energía hasta la siguiente etapa: el Collado de Entrecabezas.
Llegar al Collado y quemar una etapa fue todo uno. Ahora se pasó al almuerzo y a probar la calidad de los productos de las distintas "mamás" y los recios chorizos y quesos que aportamos los "papás y asimilados".
Terminado el almuerzo, que algunos regamos con cervezas ¡frescas! que para eso servía la prensa; otros con cocacolas, otros, los peques, con zumos, dividimos la excursión en tres grupos:
Los más sensatos: la siesta
Los chavales: sus juegos
Los insaciables: subimos a la Machota alta y, luego, a la baja
La subida a la Machota alta no tiene problemas de ninguna clase, pero fue de utilidad porque conocimos así un sendero que volvía a la pista y de ahí a la Silla de Felipe II haciendo posible una excursión circular.
Después de la Machota alta, en el collado, se nos incorporó Blanca y pasamos a cimar la Machota baja Chemi, Josefina, Blanca y el tío, el "padre asimilado"
Este pico es más aéreo, más pico, más divertido, con mejores vistas todavía.
Como todo lo bueno se acaba, al volver de las cimas merendamos y comenzamos el descenso.
Mis sobrinos pasaron por todos los mundos imaginarios, pelearon con orcos, defendieron a enanos, arrebataron las varitas de los magos, asaltaron fortalezas, rescataron princesas, todo eso en un rápido descenso a la Silla de Felipe II. Ahí, mientras los mayores nos refrescábamos, ellos se pusieron a explorar cuevas y a encontrar ahí fantasmas y animales inimaginables.
Los tiempos de subida y bajada no son de referencia, pero aseguro que el pequeño Diego hizo su excursión a ritmo de "mayor".
Todavía estoy dando gracias a Dios por el buen rato que pasamos.
frid
El collado de Entrecabezas
Juegos al mediodía
Es mi mejor hermana
Chemi en Las Machotas Altas
Chemi en La Machota baja
Juegos al atardecer
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