Algunos dirán que lo fuerte de la Expo han sido los espectáculos, que realmente han hecho que ese acontecimiento en Zaragoza se viviese como una Feria de tres meses.
Otros dirán que se han hecho relaciones, pero en el ámbito internacional han faltado los grandes: USA, Gran Bretraña, Canadá y Australia. Pero, ha estado presente el Gigante dormido en fase de despertar: la China con su gran pabellón y su apuesta por una Exposición Mundial en Shangay. Esa no es pequeña consolación si logramos meter la cabeza en el continente asiático e invertimos ahí para salir de esa "no crisis" que está llevando a tantos al paro y haciendo subir más y más la bolsa de la compra.
Los grandes protagonistas, sin quitar mérito a nadie, han sido los zaragozanos. Han arropado la Expo con sus voluntarios y con su "no declarado voluntariado". ¡Cuántos amigos han venido a nuestra ciudad y hemos hecho de anfitriones con todas las atenciones y más!
Se hablaba maño y se hablaba de modo hospitalario, y caían con afecto "y muchos" a ver esa imagen pequeñita que tenemos encima de una columna. - "Es esa, esa es la Virgen del Pilar"... - Ah, qué majica, pero qué pequeñica es. - Es para que quepa en el corazón del Aragonés y del que no lo es.
Y es que este sábado y domingo hicimos ahí más de 200.000 visitas. Cierto, más de la mitad de Zaragoza y más de la mitad repitieron, pero el número y el arropar la exposición es una realidad importante.
El Pabellón con más calidad, sin duda ninguna, el de la Santa Sede con unas obras de arte que no se ven en un minuto.
La media de lo que hay en cada pabellón: un vídeo, unos carteles del país, y una tienda. Con suerte una cafetería... salvo en Colombia donde la cola estaba justificada. Café de Colombia de calidad.
La picaresca: los acompañantes de ancianos, no el acompañante, sino los "mariposos" que se agarraban a la "abuela" y la paseaban con ellos para evitar colas. Uno es lo previsto, un puñado es lo que muestra nuestra cultura de "los demás que espabilen". Mucho listillo que desdecía de los modales amables habituales.
Los voluntarios muy entregados y serviciales. Algún empleadillo de pabellón algo antipático, se le subió el "galón" de cabo a la cabeza e iba con malos modos abriendo o cerrando el paso, con un desprecio provocador a los visitantes... Ese personaje en aquel pabellón empresarial estaba de más, pero es la rara excepción.
frid
Los Gigantes y Cabezudos (que no concejales) hacían la alegría de los niños. Nuestros cabezudos, los de Zaragoza, se portaron.
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